El pasado de Aphra y Bop.

Dentro del bosque, entre un montón de árboles, se hallaba el pueblecito donde habitaban los wank'us.
No habían muchas familias, pero si muchos habitantes si tenemos en cuenta que cada coneja tenía unos 10 hijos.

En una casa vivía la familia de Trevor y Sammy, padres primerizos que sólo habían tenido 7 hijos en aquel entonces.
Wilma, Therma, Fran, Vaan, Jack, Grisanbela y Aphra. Las chicas eran muy responsables, y los chicos muy trabajadores. Excepto dos excepciones: Grisanbela y Aphra.

Grisanbela era una chica muy hiperactiva, no demasiado responsable y muy poco educada. Aunque era graciosa verla, sus bromas cansaban cuando las había hecho más de 20 veces.
Aphra, el pequeño, era muy tímido además de albino. No podía a penas salir de casa almenos que saliera tapado o que no tocara el sol.

Con el comportamiento de uno y de otro, hacía que mucho tiempo estuvieran encerrados en casa, uno porque no podía (ni quería) salir y la otra porque estaba castigada, por una cosa o por otra.

Esto empezó un día que los dos hermanos se quedaron solos en casa.
- Ne, Aphra, ¿quieres jugar a algo? :3

Era un día como otro cualquiera, como siempre, el sol asomaba y no podía sacar mi cabeza por la puerta por culpa de mi 'enfermedad'.
Nuestros papis habían salido a comprar (?) con todos mis hermanos, excepto con una, Grisanbela, la cual siempre estaba haciendo lio y se tenía que quedar en casa a cumplir su castigo.

En cierto modo me alegraba de ello, así por lo menos no estaría solo.
Yo era un chico muy calmadito y Grisanbela era muy hiperactiva por lo que nuestras personalidades a fin de cuentas encajaban.

Nos llevabamos bien, al menos eso creo. No sabía la opinión que tenía mi hermana hacia mi ya que nunca se me habría ocurrido preguntarselo.

Estaba sentado en un rincón (<- antisocial) encogido sobre mí mismo, mientras veía como Grisanbela se movía de un lado para otro.

Finalmente ella se me acercó.

- Ne, Aphra, ¿Quieres jugar a algo? :3

Ladee la cabeza. Me gustaba jugar, pero me daba verguenza. Quizá Grisanbela acabaría pensando que yo no soy algo con lo que jugar bien o algo así.

- Bu-Bueno... - Respondí, no sabía muy bien que decir - ¿A qué?


//OUT// 1. Aphra es un niño emo wtf.
2. O que no tocara el sol <- Creo que el sol está muy alto para tocarlo. *huyee* //OUT//

- ¿A qué? -preguntó.

- Nunca juegas a nada, ¿no te gusta ningún juego?

Imaginaba qué iba a decir. Bueno, en realidad no esperé ni a que me contestara.

- Podríamos jugar a pasarnos la pelota. ¡A quién le caiga al suelo, pierde! -y le tiré una pelotita que había conseguido por el pueblo.

Sentí un golpe en el hombro.
Empezábamos bien, ni si quiera sabía como coger una pelota.
Dejé que esta rebotara contra el suelo para posteriormente sujetarla y observar a Grisanbela.
Ví como gesticulaba algo así como si quisiera que le volviera a pasar la pelota, y eso fue lo que hice.

Aunque, no lo había hecho del todo bien. Sin darme cuenta, la había lanzado con tanta fuerza que rebotó contra la pared, lo que provocó, por gracia divina, que un jarrón fuese su segundo objetivo.

- ...........................................................

Dejó caer la pelota. Bueno, era el primer pase, no contaba.

Cogió la pelotita, la miró,me miró, la miró, me vio gesticular, la miró, me vio gesticular con MÁS energía, la miró, la tiró.
Con mucha fuerza.
Oí el ruido del jarrón romperse.

- No sabía que tuvieras tanta fuerza, Aphrita.

Vi la cara casi llorosa de mi hermano. Nuestros padres tardarían un rato todavía en volver. Abracé a Aphra, no quería que llorara.
- Tranquilo, aunque lo digas no van a enfadarse contigo. Dudo que crean que tengas fuerza para romper el jarrón -le acaricié las orejitas, paliduchas. - Pero no llores, ¿vale?

Analicé un momento la frase.
¿Eso significaba que la culpa iba a ser para Grisanbela?
Tampoco quería eso...
Noté como mi hermana acariciaba mis orejas... Era una sensación cálida, en cierto modo quería que nunca acabara...
Sin quererlo me acurruqué en su pecho, pensando en lo que acababa de pasar.
Aguanté las lágrimas, al fin y al cabo no quería poner a mi hermana triste.

- Yo... no quiero que te echen la culpa - Susurré, mirando hacia el jarrón.

E, inocentemente, me arruqué más contra su pecho.

Aphrita se acurrucó en mi pecho. Sabía que le gustaba que le acariciaran las orejas, ¡a todos les gustaba que les tocaran las orejitas! Incluso a mí.

Aphra susurró algo. Le apachurré contra mí, tambaleándome un poco como si le cantara una nana.
- ¡No pasa nada! Aunque... si quieres podemos intentar arreglarlo -me separé de él y le miré a los ojos. Sonreí.- ¿Qué me dices?